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jueves, 11 de diciembre de 2014

Navidad sin ti

Esta navidad va a estar llena de nostalgia, pues hoy no estás aquí. Aun así trataré de vivirla con alegría, aunque sea una alegría fingida. Esta Navidad será la más triste de mi vida. Anteriormente, y lo sabes, me gustaba participar de la algarabía que se armaba cuando llegaba el momento de romper la piñata. Me gustaba enseñarles a los niños como cantar villancicos y me gustaba ayudar a cocinar lo que íbamos a comer esa noche.

Más de una vez me dijiste que tenía alma de niña, pues me gustaba correr en la nieve y lanzártela a la cara. Para mí era una época muy especial del año, ya que fue en una navidad cuando te me declaraste, la recuerdo como si fuera ayer.

A ambos nos gustaba armar un enorme muñeco de nieve fuera de la casa, y delante de él prometernos que nunca nos separaríamos. Él hacía de nuestro confidente aunque fuese sólo una vez al año.

Era una costumbre muy nuestra celebrar a solas la llegada del año nuevo, preparábamos con regocijo dos copas con una docena de uvas, que al dar las doce campanadas comíamos, para después darnos un abrazo muy fuerte y desearnos lo mejor. El resto de la noche pasábamos recordando anécdotas de navidades pasadas.

Precisamente estoy recordando una, sé que tú también la recordarías: fue hace seis navidades, acudimos a casa de mis padres y los niños correteaban por el enorme jardín. Llegaste con una pequeña piñata, adornada con corazones y nuestros nombres en distintos colores. Me dijiste que era especialmente para mí y me pediste que sólo yo la rompiera. Todos estaban expectantes, pues no entendían de qué se trataba.

Empezaron a balancearla en lo alto, mientras coreaban el tradicional “dale, dale”. Al romperla cayó una sortija. Inmediatamente la levantaste y me dijiste que si quería ser tu esposa y acepté emocionada. Te amaba y fue lo mejor que me había podido suceder.

Nos casamos precisamente una navidad, recuerdo que tuve que ponerme un enorme abrigo blanco, por el frío que hacía. Mi ramo fue de orquídeas, mis preferidas. Fue precisamente en la iglesia aquella donde año con año se celebra una linda pastorela. Incluso aquel día el sacerdote ordenó que se hiciera una pequeña representación después de la misa. Es imposible olvidar esos momentos.

Después de cinco años de estar llevando a cabo este ritual que a muchos pudo haberles parecido absurdo llegó el desenlace inevitable. La navidad te trajo y la navidad te llevó de mi lado. Fue hace una navidad, cuando sufriste aquel accidente, en el cual moriste instantáneamente. Fue doloroso, tanto que pensé que esta navidad, sería la peor de todas. Si bien es muy triste no es la peor. Ahora mismo estoy haciendo el muñeco de nieve que solíamos hacer y nuevamente le platicaré mis confidencias como cada año. En el año nuevo prepararé una copa con doce uvas y brindaré por ti, mi amor del tiempo.

Cada año haré lo mismo, llevaré a cabo el ritual tan romántico que estábamos acostumbrados a hacer.